YUCATAN

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EL JAGUAR... DENTRO DEL ESTADO DE YUCATAN..


Cuando en medio de la selva se oye el imponente rugido de un jaguar, las aves callan y los demás animales se esconden. El silencio entonces sólo es roto por los firmes pasos sobre la hojarasca del felino más grande de América, que con calma, entre los árboles, busca alguna presa para saciar su apetito.

El jaguar (Felis bernandesii, Phantera Onca) también conocido como tigre real, es el felino más grande y temido de América, por sus dotes de excelente cazador y conocida fiereza. Sin embargo, pese al respeto que impone, es una más de las especies de la región que corren grave peligro de desaparecer, víctima también del enemigo número uno de la naturaleza: el hombre.

Este hermoso felino tiene el cuerpo robusto; su piel es amarilla rojiza en el dorso y los costados, y blanca en el vientre y parte interna de las patas, y est cubierto casi todo de manchas negras de tamaño variable y forma de rosetas, con pequeñas pigmentaciones en el centro.

VALENTIA Y DESTREZA

Para muchas culturas mesoamericanas, el jaguar representaba la valentía y la destreza. Su piel, pieza privilegiada, sólo podía servir como vestimenta a los jóvenes que demostraban ser valientes.

Balam para los mayas, ocelotl para los aztecas o mexicas, representaciones de este felino se encuentran en numerosos escritos, códices, estelas, dinteles y monumentos de culturas mesoamericanas.

Incluso, muchas civilizaciones lo convirtieron en una deidad y gobernantes y guerreros mayas complementaron su nombre con el signo del jaguar. Aun en escritos tan antiguos como el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas quichés de Guatemala, se hace mención de este fiero animal.

Sin embargo, en cada una de esas culturas siempre estaba de
manifiesto el respeto no sólo por el jaguar, sino por la naturaleza en general. Los mayas, nahuas, aztecas, otom¡es, pur‚pechas, seris y dem s grupos ind¡genas convivieron con animales y vegetales, respetando siempre su derecho a la vida.

Ninguno de los antiguos pobladores cazó sin necesidad alguno de estos felinos, que podían ser hallados en todo el país. Las enseñanzas que los ancianos transmitían a las siguientes generaciones siempre estuvieron basadas en el profundo conocimiento y respeto hacia la naturaleza.

De las siete especies de felinos que se localizan en América del Norte: el ocelote, el tigrillo, gato montés, puma, onza, jaguar y el lince, únicamente este último no se encuentra en México.

Cuatro son de distribución tropical; el puma, en zonas tropicales y templadas, y sólo el gato montés est restringido a zonas templadas.

FUNCION ECOLOGICA

En los bosques tropicales, los grandes felinos son los únicos depredadores capaces de controlar las poblaciones de animales silvestres de pezuña, como el venado, jabalí y tapir. Se hacen cargo de las funciones ecológicas que desempeñan lobos y coyotes en otras partes del mundo.

Muy poca gente sabe que los jaguares también pueden ser totalmente negros o blancos. Incluso en un camada puede haber cachorros negros, blancos y manchados.

Su peso varia según la región. En general, los machos pesan de 50 a 110 kilos y las hembras de 35 a 90 kg, aunque en Sudam‚érica se han encontrado jaguares de 150 kg. Habita en todos los tipos de bosque tropical y siempre está cerca de las corrientes de agua debido a que aprovecha para cazar cuando los animales bajan a beber. También es posible hallarlos en manglares, algunos desiertos, costas y pantanos próximos al mar.

El jaguar es un depredador solitario, activo tanto en el día como en la noche, y se alimenta de varias especies de mamíferos, peces y reptiles. Los machos ocupan extensos territorios dentro de los cuales sólo pueden vivir jaguares hembras. Se dice que cuando un macho encuentra las huellas de otro macho en un rbol, mide la altura y, si son mas altas que las suyas, deja la región; pero si son mas bajas, pelea hasta matarlo o sacarlo de su territorio. Los felinos utilizan la orina para delimitar sus terrenos.

En México, habita los bosques tropicales del Sureste, las regiones costeras hasta el río Bravo, el Golfo y las serranías de Sonora, así como en la Sierra Madre Oriental. En raras ocasiones se encuentra lejos de su área habitual.

Cuando cae la noche y se escucha el rugido del jaguar, los chicleros, madereros y dem s gente que pasa semanas o meses en plena selva, avivan presurosos las fogatas y se sientan alrededor de ellas para platicar y darse valor. Los cazadores, por lo contrario, usualmente imitan el rugido de un jaguar macho para atraer al "dueño" del territorio.

LEYENDA

Cuenta una leyenda que este felino destacaba entre todos los animales por su estampa y la belleza de su piel amarilla, sin manchas, que limpiaba constantemente con la lengua. Una tarde, cuando jugaba con un mono, éste le arrojó un mamey maduro que le manchó la piel; enojado, el jaguar mató al chango.

Otros monos, chillando, se fueron a quejar contra el Señor del Monte que mandaba en la selva, quien para castigar al jaguar ordenó a los changos que se subieran a los árboles y desde allí le arrojaran frutas maduras para mancharle la piel.

Sin embargo, el felino se encontraba en su madriguera, por lo que el Señor del Monte ordenó a una manada de jabalíes que lo sacara, para que los monos pudieran cumplir la orden. Desde entonces, el jaguar tiene la piel manchada y sus peores enemigos son los monos y los jabalíes.

Los jaguares se pueden aparear en cualquier época del año, aunque parece ser más frecuente que lo hagan en diciembre, enero y febrero; el período de gestación dura de 93 a 105 días y la camada consta usualmente de 1 a 4 cachorros, aunque frecuentemente son sólo dos.

Las crías acompañan a su madre hasta que tienen año y medio o dos, cuando ya empiezan a cazar y pueden sobrevivir por sí mismos; durante los primeros dos o tres meses de vida, los cachorros únicamente ven el mundo desde su madriguera ya que pueden ser fácil presa de otros animales.

A pesar de que no tiene problemas de reproducción, los jaguares comienzan a escasear en forma alarmante debido a la persecución de los ganaderos, quienes ven diezmados sus hatos por los ataques del felino. En algunas reas tropicales ya han sido completamente exterminados.

YUCATAN

En Yucatán, a pesar de los montes bajos, el jaguar había encontrado un medio ambiente adecuado para vivir. Sin embargo, los ganaderos reducen cada vez más su territorio al tumbar el monte para sembrar pastos.

De esta manera, se forma un círculo vicioso ya que el jaguar, al ver reducido su territorio y diezmado su alimento, se acerca a los corrales para cazar ganado o lechones y, por su parte, los ganaderos intentan exterminar al jaguar porque acaba con sus hatos.

El pintor yucateco Jos‚ Luis Loría M‚ndez, quien recorre el campo en busca de temas para sus cuadros, señala que en su intento por hallar alimento el jaguar se acerca mucho a ranchos y poblaciones, como Hunucmá, donde presenció la cacería de uno de esos felinos.

Relató que la gente, después de matarlo, procede a quitarle la piel y a preparar su carne para enterrarla, a manera de "pib", para comérsela posteriormente.

-En parte, los campesinos actúan así porque ignoran que el jaguar corre peligro de extinción y porque desconocen que hay instituciones civiles, como Pronatura A.C., y oficiales, como la Sedue, que pueden solucionar el problema de los ataques sin necesidad de exterminar a los felinos -comenta.

De la misma manera, la Sra. Joan Andrews, presidenta de Pronatura, informa que en la Sedue existe un programa que caza con somníferos a los jaguares para reubicarlos en lugares alejados de los ranchos ganaderos y en un medio ambiente más propicio, como la Reserva de Calakmul, en Campeche, en un intento por salvar a esta especie de la cacería indiscriminada del hombre.

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